Habitada desde el 4.000 aC, la Vall de Sóller ha dado refugio a pobladores pretalayóticos, talayóticos, romanos, musulmanes y cristianos: se conservan restos de casi todas las culturas que han pasado por Sóller. Los musulmanes llamaron a esta tierra Sûlyâr ( "valle de oro" en árabe) y comenzaron a habitar lo que hoy conocemos como el núcleo urbano de la villa, canalizaron el agua de los torrentes hasta los huertos y construyeron los primeros bancales para aprovechar mejor el espacio en las faldas de las montañas: un modo de población que importaron desde sus lugares de origen, en el norte de África
Debido al miedo a los ataques de berberiscos se levantaron las primeras edificaciones defensivas que sin embargo no lograron impedir el ataque de 1561 de 1.700 corsarios turcos bajo las órdenes Uluch Alí. La valiente respuesta de los sollerenses que expulsa a los piratas es recordada desde el 1855 con el simulacro de moros y cristianos de "Es Firó".
Después de este ataque, Sóller siguió fortificando la ciudad y comenzó la construcción de la Torre Picada, en parte gracias a los beneficios que da el cultivo de olivos y el comercio de aceite.
En 1860, una grave epidemia en los naranjos provoca una grave crisis económica y forzó a emigrar a muchos sollerics hacia Francia y las Antillas: éstos, decididos a volver a casa, trabajaron muy duro para poder ahorrar el dinero suficiente para hacerlo. Con el regreso de los sollerenses emigrados, ahora convertidos en pequeños burgueses, la ciudad sufrió una importante transformación social y cultural: el modernismo europeo aterrizó en Sóller e impregnó, sobre todo, el estilo arquitectónico en que se construyeron las casas de estos nuevos industriales y comerciantes.
Esta revolución social y cultural particular fué la que impulsó la construcción del Tren de Sóller a principios del siglo XX.
Sóller conmemora la victoria del sollerenses sobre los sarracenos el 11 de mayo de 1561: una gran batalla que comienza por la mañana en el Puerto y termina, bien entrada la noche, en la plaza del pueblo.
ver tradicionesEn la desembocadura del Torrent de Sóller encontramos una bahía natural de gran belleza: allí se establecieron los pescadores del valle para resguardar sus barcas de las olas y los temporales. Con el tiempo, el Port de Sóller creció y se convirtió en la principal vía de entrada de mercancías del valle pero también en un punto débil a la hora de defenderse de los corsarios que atemorizaban el Mediterráneo en el siglo XIV.
Hoy en día, de aquella época todavía se conserva la Torre Picada (1622) una atalaya de vigilancia para proteger todo el Valle situada a las afueras del Port de Sóller y las antiguas casas de los pescadores, aún conservadas al marinero barrio de Santa Catalina.
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